Crecer con una hermana

Destacado

Desde que supe que iba a tener una hija, no podía dejar de pensar en que me encantaría que algún día pudiera tener una hermana.   No sé si pasará o no, pero me gustaría poder darle ese regalo.

Quien haya crecido con una hermana, entiende, entiende lo que es crecer con una cómplice, con una amiga que siempre estará allí, con una alguien que ya sea más grande o más pequeña, siempre te dará consejos, con una compañera con quien llorar en esas noches con el corazón roto, con la única persona que te dirá que tu outfit es horrible con toda la sinceridad que se requiere.

La realidad es que, los hermanos hombres son mejores amigos, las hermanas somos almas gemelas.

Y aunque seamos diferentes, mi hermana y yo tenemos una relación que no separa nadie, ni la distancia, ni las peleas, ni los hombres, ni nada… Bueno, lo único que podría dañar esa relación es que una manche los zapatos nuevos de la otra, por eso es que simplemente no los prestamos.

Agradezco a mi hermana por ser quien es conmigo, si no fuera por ella, mi vida no sería la misma.  Aunque nos llevamos 5 años, a veces parece que no nos llevamos nada.  Gracias por siempre acompañarme a donde vaya, por haberme escuchado, por prestarme su ropa (aunque yo no siempre le presto la mia), por prestarla aún sin pedirla (aunque a ella sí debe pedir la mía), le agradezco haberme dejado llorar en su hombro, escuchar mi música en su carro, hacer la vida más divertida con sus ocurrencias, y bailar conmigo; pero sobre todo le agradezco por hacerme extrañar a una personita que no sé si va a llegar.

La verdad es que, agradezco a mis papás el haberme dado una hermana.  Que suerte tenemos todas las que crecimos con hermanas, es lo mejor que la vida te puede dar.

Aunque hoy tengamos las manos llenas en nuestra familia de 4, aunque no sabemos si algún día llegará, siempre habrá lugar en nuestro corazón para ella, y en el de sus hermanitos también. Y bueno, si a mi hija no le toca tener una hermana, me tendrá a mi, y me toca encargarme de que no le haga falta nunca.

 

Otro lado de la maternidad: Depresión Posparto

Destacado

Hay temas de los que es difícil hablar. Hay cosas que muchas decidimos dejar escondidas en el pasado, porque nadie tiene porqué enterarse.  No escribo esto por mí, ni porque quiera que todo mundo lo sepa, lo escribo porque cuando me pasó, leer la experiencia de otras me ayudó a entender que no era normal lo que sentía, pero sobre todo, que tenía una solución.

Depresion post parto

Hablar de depresión post parto parece fácil, hasta que te pasa a ti.  Aceptar que estás enferma es la parte más complicada, porque, al menos en mi caso, sentía que decir que tenía depresión post parto significaba que era una mujer débil.  Pero, cuando ya estás bien, te das cuenta que la fuerza para derrotar todos esos paradigmas y pedir ayuda, demuestra que de débil, no tienes nada.

El tema en nuestros países es tabú.  Esa es la realidad.  Consideramos «normales» cosas que no son normales, tal como sentirte mal por meses después de tener al bebé.  Pero, les voy a contar mi historia, para que vean que no es tan «normal».

Yo tuve depresión post parto.

Con mi primer hijo no sé si la tuve o no, nunca pedí ayuda al menos.  Pasé meses sintiéndome mal, sufría de ver que la gente decía que todo era color arco iris cuando tienes hijos, porque para mí, no lo era.  La realidad es que mi hijo era y sigue siendo un niño que no duerme mucho.  Ahora duerme algo, pero de bebé, no había nada ni nadie que lo hiciera dormir.  Estaba agotada.  Yo lloraba muchísimo, y lo atribuía a la falta de sueño.  Luego volví al trabajo pero todavía no me sentía en control con mis emociones, y, antes de sentirme 100% bien, quedé embarazada.  Era demasiado a la vez.

Durante el embarazo estuve bien, y, antes de que llegara nuestra bebé, me prometí a mi misma buscar ayuda si volvía a sentirme mal.  Estaba convencida que lo que me había afectado con mi primer hijo era la falta de sueño combinado con el regresar a trabajar antes de lo planeado, así que pedí unos meses sin goce de sueldo y contraté ayuda… ¡estaba lista!

Luego nació mi bebé, y, aunque pensé que iba a dormir mejor que el primero, no fue así. El reflujo volvió a ser parte de nuestras vidas, con sus dietas estrictas para poder amamantar. Y, sin darme cuenta, llegó. Esa nube negra cargada de negatividad.  Al principio era muy poco, culpaba las malas noches. Pero cada vez me sentía peor. No era tristeza lo que sentía, era enojo, enojo, enojo, muchísimo enojo.

Depresion post parto 2

Y ese enojo se fue dirigiendo a mi bebé.  Sí, a esa inocente niña que aún no sabía nada del mundo.  Sé que es ilógico, lo es, pero era algo que iba más allá de la razón, era un sentimiento tan fuerte que no lograba dominarlo.   Había días que no quería cargarla porque estaba enojada con ella, no entendía porqué no dormía, porqué lloraba en las noches, porqué no podía agradecer todo lo que le daba.  Sentía que por ella me había vuelto una mujer agotada, frustrada y enojada todo el día, y, que a pesar a de todas las renuncias que estaba haciendo, lloraba toda la noche.

Claramente nunca lo exterioricé así con nadie.  Era mi secreto.  Solo decía que no podía más con los desvelos y lloraba.  Es normal, me decían todas, es normal sentirte así.  Pero, no me parecía normal sentirme mala mamá, mala esposa, mala todo.  Inútil porque ni con ayuda podía.  No es que yo llorara todo el día, no, por eso fue difícil aceptar que necesitaba ayuda, sino que simplemente me di cuenta que lo que sentía iba más allá de lo normal.

Así que un día me armé de valor y le pedí a la gastroenteróloga de mi bebé el número de una doctora para mí.  Lloré con ella.  ¿Saben lo que fue para mí llorar con la Dra de mi hija porque no podía más?  Era algo sin sentido, me sentía la más débil de todas.  En ese momento no me di cuenta que estaba siendo más fuerte que nunca, estaba levantándome y diciendo «no más», estaba pidiendo ayuda porque la necesitaba.

Ir a la cita también requirió de valor, sentía que no tenía «razones» para estar allí.  Debía sentirme bendecida, ¿no? Después de tener a dos niños hermosos y sanos en casa esperándome.  Pero no me sentía así.

Me medicaron.  Lo mejor de todo fue que hablé, hablé con alguien y le dije todo lo que sentía, sin dejar nada por fuera, sin pelos en la lengua, sin culpa. Acepté todos esos sentimientos negativos. Y me sentí mucho mejor. E increiblemente mi hija empezó a dormir mejor también. Fue como que el que yo estuviera más relajada la ayudó a ella a descansar.

Lo primero que me dijo la doctora fue que en Latinoamérica es un tabú habar de depresión post parto. Pero ¿saben qué?  Pasa.  Y pasa mucho.  Y nos pasa a muchas.  No es necesario que todas nos levantemos a gritarlo, pero si es necesario de que nos quitemos de la mente que todo es normal.  Sentirse mal, no es normal.  Muchas sufrimos en silencio.  Pero si sientes que se está saliendo de tus manos, pide ayuda. Hay cosas normales, sí, los llantos hormonales de las primeras semanas (los famosos «baby blues»), pero eso dura tan poco… Debemos informarnos, preguntar a expertos.  Preguntarle solo a las amigas no es lo mejor, necesitamos hablar con gente que sabe del tema.   No solo por ti, por tu bebé, por tu esposo, por tu familia completa. A veces no lo hacemos porque creemos que nosotras somos fuertes y vamos a salir adelante, y probablemente es cierto, lo haremos, pero no tenemos porqué pasar un tiempo tan incómodo y poco saludable, cuando hay una solución.

Así que si te estás sintiendo mal ¡busca ayuda! No tiene nada de malo.

Pronto volverás a ser esa mamá linda que estás destinada a ser, porque aunque ahora no lo parezca, no hay mejor mamá que tú para tu bebé.

Mama y bebe depresion

No más excusas, mamás

Destacado

¿Quién no ha empezado el año con un propósito de ser más saludable, o bajar de peso, o hacer ejercicio?  ¿Cuántas verdaderamente cumplimos ese propósito?  Me incluyo, porque lo he tenido muchas veces, y no fue hasta hace 4 meses que realmente empecé.

no-mas-excusas-3

Quien me conoce sabe que amo comer, sobre todo, postres, y que nunca fui tan fan del ejercicio, la verdad, era un poco perezosa.  Prefería muchas veces hacer una siesta, tomarme una copa de vino, o cualquier cosa, antes que hacer ejercicio.

Pero, durante este tiempo que realmente he estado haciendo ejercicio (o intentando), me he dado cuenta que lo que había hecho para no empezar, fue poner excusas.  Siempre dije que «no tenía tiempo», pero ahora he descubierto que no se necesitan horas, realmente no se necesita mucho más que unos minutos al día, y mucha motivación. ¿Cuántas excusas no he usado o he escuchado de amigas? El tiempo, no consigo una actividad que me guste, no tengo dinero para pagar gimnasio o similares, no tengo ropa de ejercicio, siempre hay algo que hace falta, la realidad es que lo que hace falta, son ganas.

no-mas-excusas-5

Ahora que empecé, les puedo contar cómo lo hice o qué cosas me han funcionado:

  1. Estar clara de qué fin es el que me motiva: ya sea adelgazar, estar fit, ser más saludable, bajar colesterol, etc, la clave es mantener eso en mente todo el tiempo.   Cada vez que alguien me ofrece un pedazo de pastel, cuando veo un helado que me gusta, o cuando vamos a comer el fin de semana, preparo la fuerza de voluntad y pienso que el fin de semana u otro día, comeré algo que me gusta.  Siempre intento darme gustos, pero intento planearlos también porque sino, termino comiendo una bolsa de chocolates y 5 pedazos de pastel cada día.  Muchas veces guardo esos «cheat meals» para los días que voy a juntarme con amigos, o que haremos algún plan en familia.  no-mas-excusas-7
  2. Adiós a la excusa de «no tengo tiempo» para el ejercicio: la verdad es que es una excusa.  Por más que parezca mentira.  He hecho ejercicio a las 11 PM, aunque sean 10 minutos ó 20, no importa, lo que logre, valdrá la pena.  Y es que una amiga me dijo una vez, que a ella le servía pensar «me arrepentiré más de no hacer ejercicio que de hacer», y tiene razón, cuando caigo ante las excusas, siempre me arrepiento, cuando me fuerzo a levantarme y correr, me siento orgullosa.   La verdad es que ahora no hay que moverse de la casa, puedes hacer todo desde allí, yo uso aplicaciones como la de Sweat de Kayla Itsiness, pero hay muchas otras que pueden funcionar igual. no-mas-excusas-6
  3. Planear metas a corto/mediano plazo es mejor que gastar por adelantado para «forzarnos» a hacer ejercicio: Caí varias veces ante esto, pagué clases de pilates en paquete, años de gimnasio, y kits completos de ejercicio para «forzarme» a hacerlo, y no es un secreto que jamás funcionó.  El resultado era una versión de mí frustrada porque no tenía ni el cuerpo ni el dinero.  Ahora en cambio, planeo mis semanas, a veces hasta dos semanas, qué días haré ejercicio, cuáles no y cómo puedo compensarlos.   Ir poco a poco, semana a semana, tener un plan y gastar solamente si es un «premio» es lo que más me ha funcionado. no-mas-excusas-8
  4. Escoger la hora de mayor energía para el ejercicio: No todos funcionamos de la misma forma durante el día.  Yo por ejemplo, siento que nunca tengo energía, en las tardes/noches, definitivamente no, y en las mañanas tengo muchísimo sueño (amo dormir, la alarma suena al menos 6 veces para que la escuche).  Por lo tanto, decidí que era mejor pelear contra el sueño, porque de igual forma me tengo que levantar, que pelear con el cansancio, porque mi cuerpo lo que necesita es descansar, y me ha funcionado hasta ahora.

Como les decía, es lo que me ha funcionado a mí, pero las invito a que prueben.  Las que tienen el ejercicio como un propósito del año, del mes, o de la vida, las invito a empezar por 10 minutos, ¡10 minutos, no son nada!, luego ir pasando a una semana, dos semanas, hasta hacerlo un hábito.  Se los digo en serio, no se arrepentirán.

no-mas-excusas-1

Encontrando el balance como mamá

Destacado

balance-mama-2El 2016 fue un año donde tuve que tomar decisiones, tuve que escoger entre hacer unas cosas y otras no. Fue el año donde aprendí a balancearme como mamá de dos y mamá trabajadora.  Fue un año donde intenté.  Intenté hacerlo todo.  Hasta que un día desperté, con ojeras, pero no estaba durmiendo en mi cama, estaba cuidando a mi hija de un año y me había quedado dormida, sí, con ella bajo mi cuidado.  Quien la conoce sabe que es tremenda, es capaz de destruir una habitación en un segundo y de caerse 20 veces en el intento, por lo tanto, no puedo perderla de vista.  Y con ella, nada más que con ella, me dormí.  Me asusté muchísimo, pero era obvio que iba a pasar algo así.  Estaba más cansada que nunca.  Mi cuerpo no iba a aguantar.  Y es que no me dormí 1 minuto, fue como si hubiera hecho una siesta porque hasta soñé.   En ese momento decidí que hacer todo, no es para mí.  Y no es que no vaya a seguir intentando, pero es un tema de prioridades.

Esposo/pareja.  Hijos.  Trabajo.  Ejercicio.  Ir de un lugar a otro.  Dormir.  Tiempo.  Todo es tiempo.  Y no hay tiempo para todo.  Más adelante tendré tiempo para otras cosas.  Y aunque no todo el mundo lo entiende, yo sé que es lo correcto.

Esto fue lo que aprendí el año pasado al respecto:

 1. Está bien dejar ciertos sueños o planes en pausa, pero no lo hago por mis hijos, lo hago por mí.  No me gusta decir, ni escuchar, de «hacer sacrificios» por los hijos.  No quiero culparlos a ellos de decisiones que tomo para encajar en mi definición de «buena mamá» o «buena esposa». Nunca he escuchado a nadie decir, por mi esposo hice el sacrificio de no salir con otros hombres.  No es un sacrificio, es una decisión, algo que se quiere.  Lo mismo siento con los hijos.  Obviamente hay cosas, como dejar de dormir cuando son recién nacidos, que puede ser sean un sacrificio, pero mi punto es que siempre existen opciones, todo en esta vida son decisiones.  Por ejemplo, el año pasado decidí que no iba a enfocarme en escribir en el blog, escribí cuando pude, que resultó ser casi nunca, porque no tenía tiempo.  Y el tiempo que tuve libre, lo usé para pasar más tiempo con mi esposo, o hacer otros proyectos pequeños.  ¿Si me encantaba escribir todas las semanas? ¡Me encantaba! Pero decidí ponerlo en pausa porque llegó un punto donde me generaba más estrés porque no estaba cumpliendo una meta que tenía conmigo, y quería poder hacerlo bien.  Así que fue la mejor decisión. ¿Lo extraño? ¡Claro! Pero ya habrá más tiempo para eso, por ahora, hay cosas más importantes para mí.

balance-mama-3

2. La salud debe entrar en las prioridades. No es que haya tenido ninguna situación de salud que me haya hecho darme cuenta de esto, pero, después de pasar casi 3 años entre embarazos, post parto y amamantar, quería volver a sentirme bien conmigo.  Eso me llevo a uno de los cambios más importantes del año pasado, introducir el ejercicio como parte clave de mi vida.  A pesar de que hacía deporte mínimo dos horas a la semana, no era suficiente, por mi naturaleza ansiosa y estar siempre en estrés, no lograba sentirme mejor.  Empecé a correr y a hacer ciertos ejercicios en mi casa, incluso introduje una dieta (que cumplí como por dos meses – el mayor tiempo que he logrado hacer dieta en años), y esto me sirvió no solo para bajar de peso, sino para sentirme mejor conmigo misma.  Por si les sirve, utilizo un app llamado Sweat de Kayla Itsines, me encanta.  Aún tengo muchos hábitos que mejorar, como convertir la dieta en un estilo de vida y en especial, dormir más, pero ahora es una prioridad, antes no lo era.

3. Por último, pero no menos importante, está bien decir que no.  Parte de lo que más me cuesta, porque sigue siendo difícil, es decir que no a ciertos planes.  A veces, tengo la agenda llena, y sigo haciendo más compromisos.  Tuve días en los que literalmente no tenía un minuto ni para comer, todavía tengo días así, pero hacer compromisos de más, con otras personas o conmigo misma, termina siendo un desastre.  El resultado era estar drenada de energía, y  además, quedaba mal con la mitad de las personas, así que decidí que habían cosas que podían esperar.  El supermercado puede esperar.  Salir con los amigos puede esperar.  El mundo no se cae por perder un evento, por no comer con una persona, por no ir al comprar algo, por no ordenar. No.Pasa.Nada.

Queremos creer que es posible hacerlo todo, pero es mejor aceptar cuando las cosas en nuestro plato son suficientes, hay personas que pueden tener más, otras menos, pero todos somos diferentes.  Así que las invito a ver qué cosas son suficientes para llenar su plato, y a enfocarse en hacer ésas tan maravillosamente bien, que no les va a hacer falta nada más.

¡Feliz año a todas!

balance-mama

ALGÚN DÍA EXTRAÑARÉ ESTA ETAPA

Destacado

Hay días cargados de llantos, gritos, berrinches, no quiero comer, no quiero dormir, no me quiero bañar.  Tu voluntad es única, firme, me reta en esos días.

Rabietas de los tres

Pero luego te veo.
Te veo y digo, la verdad, es que voy a extrañar esta etapa.
Veo como los problemas se resuelven con un sticker.
Veo tu emoción solo porque estamos jugando juntos.
Veo la inocencia con la que vas conociendo todo lo que es nuevo para ti.
Veo ésas ganas de entender el mundo.
Veo tu mirada, con ojos que brillan como diciendo «Wow! Amo a esta mujer!».
Veo tu sonrisa gritando «Mira mamá, soy muy rápido.»
Veo como agregas palabras a tu vocabulario (mal pronunciadas) pero con todo el afán de darte a entender, «copocotón (melocotón)».
Veo como te ves en el espejo luego de que te peino, y te descubres y dices «Soy muy guapo».
Veo como te inventas un millón de excusas para no ir a dormir.
Veo como entras al supermercado y sabes donde están colocados los carritos, y seleccionas, sabiendo cuáles tienes y cuáles no.
Veo como juegas carritos, pelota, juegas como niño grande.
Veo como entras al parque tan independiente y decidido.
Veo como te acuerdas de todo lo que te decimos.
Veo como reemplazaste el chupón por cuentos de cuna.
Veo como aprendiste a bañarte parado.
Veo como aprendiste a vestirte…o casi.
Veo como sabes lo que quieres, y no dejas que nadie te diga lo contrario.
Veo como vas aprendiendo a lavarte los dientes.

Veo todo.

Extrañando etapas

Veo todo, y me doy cuenta que has crecido.  Veo y me impresiono de pensar que hace un par de años eras un bebé.  Veo y no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo.  Veo y temo que mis oportunidades de besarte y abrazarte serán cada vez menores.  Veo ese cordón, que te tuvo pegado a mí 9 meses, estirarse cada vez más.  Veo y me doy cuenta que el tiempo se me va, que esta etapa es tan corta.  Veo y la disfruto.

La disfruto tanto.

Disfruto tus te extraños, tus te quieros y sufro con tus «mama no».  Disfruto verte ser feliz y deseo con toda mi alma que tu sonrisa dure para siempre. Disfruto ser expectadora de tus juegos, de tus conversaciones, de tu vida, pero sobre todo, disfruto ser tu mamá.

Y es que esta etapa pasará, con sus berrinches, sus llantos y sus gritos.  Pero pasarán también tus ojos brillantes cuando me ves, tus besos empapados en mi mejilla, tu «mami mira mira», tus «mami acompañame», tu inocencia tan linda, tus palabras inventadas, todo eso pasará también… Y sé, lo sé, que extrañaré esta etapa. Te extrañaré.

Te extrañaré como eres ahora, pero amaré al que serás.

Estoy segura.

Etapas pasan

¿Qué es ser mamá?

Destacado

Ser mama

Ser mamá es cambiar tu vida entera, por personas que se convierten en tu vida.  Es llenarte de huellas: arrugas, estrías, ojeras, morados, estómago flácido, que, aunque nunca soñaste tener, son una consecuencia de tus sueños.

Ser mamá es pasar noches en vela cuando tus hijos están enfermos, noches en vela reclamando que no quieren dormir, noches en vela queriendo que estuvieran durmiendo en su cama, desde que son bebés hasta que son adolescentes.  Es querer silencio absoluto cuando están durmiendo, para poder tener minutos de paz.  Es temer a sonidos durante la noche porque pueden significar que se levantaron.  Es extrañarlos aún cuando creías que no lo harías.

Ser mamá es pasar días despeinada, sin reconocerte, porque no tienes tiempo de ser tú.  Es pasar horas arreglando a tus hijos, y dejar solo minutos para ti.   Es cambiarlos varias veces al día, cuando tu apenas tienes tiempo para cambiarte.  Es terminar los días como si hubieras corrido una maratón, cuando todo lo que hiciste fue quedarte en casa con los niños.

Ser mamá es aguantarte el llanto cuando tus hijos te lastiman para no asustarlos.  Es llorar en silencio por el cansancio extremo.  Es reír a carcajadas en las noches recordando.  Es terminar los días con dolor de espalda por correr agachada.  Es sentir que los brazos te tiemblan cuando tus hijos tuvieron un día difícil y quisieron pasar en ellos todo el tiempo.

Ser mamá es vivir preocupada por todo, por si está bien, por su desarrollo, por su felicidad, por el cupo en el colegio, porque no sabes si tiene amigos, por si come, por si no come, por todo.  Ser mamá es sentir que nunca estás haciendo suficiente, aunque estás haciendo todo.  Ser mamá es dudar de tus decisiones todos los días, pero saber que no existen respuestas correctas o incorrectas.   Ser mamá es tener miedo de estar haciendo lo correcto.  Ser mamá es sentir que no sabes nada, cuando probablemente sabes lo suficiente.

Ser mamá es sonreír como adolescente enamorada cuando ves una foto de tus hijos o cuando recuerdas una travesura.  Ser mamá es querer que crezcan pero al mismo tiempo querer que sean bebés para siempre.  Ser mamá es reírte de travesuras cuando sabes que deberías estar enojada.  Ser mamá es frustrarte cuando no obedecen, aunque sabes que estás interrumpiendo la diversión.

Ser mamá es saber que no tendrás tiempo para ti, pero aún así, tratar de hacerlo.  Ser mamá es sentir a veces que no tienes vida.  Es olvidarte de que ésta, es tu nueva vida.

Ser mamá es dudar de si eres buena o mala.  Ser mamá es llenarte de dudas por tantos sentimientos y tantas emociones.  Ser mamá es llorar de alegría, de tristeza, es llorar.  Ser mamá es saber que la felicidad está en los pequeños momentos, no solo en las cosas grandes.

Ser mamá es ser pintora, escultora, artista que vivirá siempre tras bambalinas, moldeando una obra de arte.  Ser mamá es querer que tus hijos sean los protagonistas de su historia, aún con la tentación de controlarla.

Ser mamá es sentirte como tu primer día de clases cuando vas a ver a otras mamás.  Es compararte, aun cuando no tienes comparación.

Ser mamá es lo más maravilloso, a pesar de ser el reto más grande de tu vida.

Ser mamá es saber que nadie te agradecerá todos los días, pero sentirte agradecida por cada día.

Ser mamá es sentirte débil, cuando probablemente no hay nadie más fuerte.

Ser mamá es tener superpoderes, pero sentirse sin poder.

Ser mamá es ser una persona extraordinaria, que se siente ordinaria.

De mamá a mamá ¡Feliz día de la madre! ¡Gracias por todo!

Venciendo los miedos de tener un segundo hijo

Destacado

Mommy of 2
Hace muchísimo tiempo, escribí acerca de los miedos que tenía por convertirme en mamá de dos.  A veces creemos que es más fácil porque, no podría ser mayor al miedo de tener el primero, donde no sabes nada, donde todo es novedad.  Pero, también las mamás no-primerizas tenemos miedos.

Después de haber tenido a mi segunda bebé, leí lo que había escrito para ver si mis miedos se hicieron realidad, y estoy escribiendo esto para contarles a todas esas mamás que están sintiendo algo similar, cómo termina.

  • Me daba miedo cómo iba a manejar dos (o si iba a poder manejarlos): ¿Si se puede? Claro que se puede. ¿Si es fácil? No, no lo es.  Sigue siendo un reto, hasta hoy. Multiplicar todo por dos, es un reto.  Y, aunque no voy casi a ningún lugar sola, lo he hecho un par de veces y no es tan grave, por algo tenemos dos manos.
  • Me daba miedo que mi primer hijo sufriera: Creo que nunca había sido tan consentido.  Sí, ha tenido momentos de celos, le ha pegado, y probablemente sintió un cambio, pero estoy completamente segura que no sufrió.  Estoy segura que es más feliz ahora que tiene alguien a quien regañar, alguien a quien molestar, alguien a quien pegarle, y en especial alguien con quien reír a carcajadas.  Cuando su hermana acababa de nacer, intenté tener momentos solo para él, 30 minutos o 1 hora al día, mínimo, donde fuéramos a hacer mandados juntos, al parque, a la piscina, a donde fuera, pero los dos.  Le di su lugar, y creo que eso ayudó.
  • Me daba miedo que mi hijo le hiciera daño sin querer: Debo confesar que este miedo lo tengo todavía.  A veces juega de forma brusca y ella todavía es pequeña, pero no queda más que estar siempre pendiente, porque así como podría pasar hoy, podría pasar mañana cuando estén más grandes.
  • Me daba miedo no quererla como a mi hijo: Definitivamente esto era algo que solo estaba en mi cabeza.  Desde el primer momento que tuve a mi segundo bebé en los brazos supe que ese amor es increíble, porque no se divide, se multiplica.
  • Me daba miedo no tener paciencia: Ja! No creo ser la persona más paciente, y probablemente vivo siempre al borde, pero lo he logrado, he sobrevivido, y también mis hijos.  Y sí, he tenido días de sentarme a llorar en el piso, así como he tenido días que terminan con carcajadas de las ocurrencias, al final, hay un balance.  Y sí, he gritado, he regañado, y en serio, he llorado, pero probablemente habría hecho lo mismo con un hijo.
  • Me daba miedo que naciera muy temprano por estar tan activa: Imposible no estar activa, mi bebé llegó a término, aún con el estrés y la actividad, pero, creo que la clave está en seguir teniendo cuidados en ciertas cosas, y descansar, cuando se puede, descansar.

Todos esos miedos quedaron atrás.  Porque cuando menos lo creas, estás durmiendo toda la noche, tus hijos están jugando juntos, estás viviendo una vida con más de un bebé, eres feliz, y lo estás logrando.

De como la lactancia se convirtio en natural

Destacado

Amamantar.jpg

La lactancia y yo nunca fuimos amigas.  Con mi primer hijo tuvimos una relación difícil donde lo mejor era cortar por lo sano.  Con mi hija descubrí que las segundas oportunidades tienen sus retos también.

Empecé con la meta de llegar a los 6 meses, que se hizo cada vez más complicada, en especial cuando se metió entre nosotras una dieta anti reflujo de cero lácteos, sus derivados o cualquier cosa que los contuviera, cero cítricos, cero semillas, cero tomate, cero huevo, lo cual significaba no poder comer el 80% de lo que yo comía antes… Pero, a pesar de eso, lo logré.

Y celebré, celebré esos 6 meses como si fuera mi cumpleaños.  Me compré un pastel, comimos todos juntos, fue una pequeña fiesta.  Probablemente fui un poco ridícula, pero, celebramos tantas cosas en la vida, que decidí celebrar un logro que para mí era importante.  Un logro que para mí había llevado un esfuerzo totalmente antinatural.  Porque ¡es obvio! es antinatural hacer una dieta para poder amamantar.   Así que, mi pequeña fiesta familiar era lo que necesitaba para felicitarme de haber hecho algo que no creí posible.

Conté tanto los días para llegar a esos 6 meses, que cuando llegaron, no sabía si dejar de dar o seguir.  Y decidí seguir un par de semanas más.  Poco a poco fui posponiendo la fecha, y allí es donde me di cuenta, que se estaba convirtiendo en algo que era parte de mi vida.  Y a pesar de que me costó tanto, ya simplemente lo hacía.  Ya era natural.

Cuando se acabaron mis reservas de leche, empezamos con 1 tetero de fórmula al día, y debo admitir que fue difícil para mí.  Sentía que estaba fallando, a pesar de todo lo que había logrado, me costó, pero tuve que hacerlo porque no tenía otra opción.  ¿Cómo pasé de contar los días para dejar de darle, a sufrir con no darle?   Creo que fue un tema de ir definiendo metas cortas, un día más, un mes más, hasta que se convirtió en una parte de mí, tan grande, que llevo más de un año amamantando.

Nunca creí que amamantaría después de que mi hija caminara, y mucho menos que pasaría del año, no creí ser de las que respondería la pregunta ¿hasta cuándo vas a dar pecho?, porque no creí que llegaría a este punto.  Y ahora que llegué, cuando me preguntan la respuesta es «no sé» porque no es algo planeado, ni algo pensado, es algo natural.

 

9 razones por las que me encanta tener una niña

Destacado

Siempre quise tener una hija.  Tener un niño ha sido una experiencia maravillosa, y me ha hecho ser más fuerte como mujer.   Pero el día que quedé embarazada de mi segundo bebé, soñaba con tener la famosa «parejita».  Y se me hizo.  Llegó mi niña, mi muñeca.

IMG_0617

Desde ese día empezó lo que mi esposo temía, enloquecí con todo lo que se podía comprar, porque aceptémoslo, hay demasiadas cosas lindas, desde la ropa, los zapatos, los accesorios para el pelo, es simplemente otra experiencia vs cuando tienes niño.

Cada uno tiene lo suyo, me los gozo a los dos, lo que los hace diferentes es lo que me hace quererlos aún más.  Y así como hay cosas que me encantan de tener un niño, las siguientes son las cosas por las que soy feliz de tener una niña:

  1. Empecemos por la razón más superficial, que es me encanta poder vestirla, poder comprarle ropa, zapatos, accesorios.  Siempre fui de las que jugaban con muñecas, así que decorar a una bebé ha sido y seguirá siendo (hasta que ella me lo permita) hacer realidad mi sueño: tener una muñequita en la vida real.
  2. Me encanta saber que tendré una amiga para toda la vida.  ¿Saben esos planes que nos gustan a la mayoría de las mujeres con nuestras amigas? Ir a tomarnos un café, ir a ver tiendas, ver películas para niñas, ir al salón, etc, todos esos planes yo los hice con mi mamá también, y me emociona vivirlo como mamá, con mi hija.
  3. Muero por consentirla.  Así como mi esposo quiere comprarle robots de lego, carros eléctricos y ese tipo de juguetes a mi hijo, yo lo hago con consentirla de vez en cuando con esos accesorios que solo las mujeres entendemos por qué necesitamos.
  4. Enseñarle lo que sé de la cocina, hacer galletas juntas, experimentar con platos que probablemente nadie querrá comer, pero al menos reiremos en el intento.
  5. Me encanta pensar que podré prestarle mi ropa, que usará mis zapatos a escondidas, compartiremos nuestras bolsas y heredará mis joyas.
  6. Poder conspirar con ella y tener esos momentos de hablar de «cosas de mujeres».  Nada como esos días en que no puedes ni dormir, donde te desvelas platicando cosas que un hombre jamás entendería, desde chismes absurdos, colores de maquillaje, hasta filosofar de hasta donde puedes llegar en la vida.IMG_0712
  7. Acompañarla en esos momentos donde nuestra mamá es más que necesaria.  Todos queremos vivir esos momentos grandiosos de nuestros hijos (su graduación, su boda, etc), pero, hay momentos que me ilusionan de tener una niña, como ayudarla a escoger la ropa para su primera cita, a comprar vestidos para ir a sus primeras fiestas, a comprar su vestido de novia, acompañarla el día de su boda, el nacimiento de su primer hijo, etc.  Aunque, honestamente, me encanta saber que podré acompañarla en cualquier momento, si es que decide vivirlo, si es que le toca vivirlo.
  8. Quiero poder enseñarle a ser noble.  Durante mi niñez tuve etapas donde peleé con mis mejores amigas y la pasé mal, pero siempre aparecían esas amigas con alma de oro que me ayudaron a seguir disfrutando mi infancia.  Cuando veo la personalidad de mi hija, siempre sonriente, dulce como nadie, espero poder enseñarle a ser como ellas, a ser ese hombro para sus amigas cuando les rompen el corazón, a dar todo cuando la gente lo necesita, a ser una persona que ilumina la vida de quienes la rodean.
  9. Quiero enseñarle a ser una mujer fuerte, a hacer valer su voz, a marcar la diferencia en el mundo, a nunca dejarse aplastar, a no buscar aplastar a nadie, sino brillar con su propia luz, enseñarle que ser mujer es un rol fascinante, donde puedes ser todo, desde tener un trabajo envidiable, hasta dar a luz a un hijo, desde bailar ballet, hasta jugar futbol…  Quiero enseñarle que esa dualidad de la mujer, es lo que la hace maravillosa.

Y es que educar siempre será un reto.  Sea niño o sea niña.  Y espero, realmente espero poder lograr que esta niña sepa siempre que lo vale todo, y que la queríamos siempre, desde antes de que existiera, y que nunca, nunca, nunca, pierda de vista lo que vale.

Espero algún día poder ser para mi hija, lo que mi mamá ha sido para mí, y saber que nunca, jamás, volveré a sentirme sola.

Foto por Caro Berardi Photography

¡Felices Fiestas!

Destacado

IMG_0555

Me ha costado muchísimo dedicar tiempo a escribir.   Entre organizarme para volver a la vida de mamá trabajadora, citas médicas, vacaciones, regalos navideños, etc, mi blog ha sido desplazado al último lugar en la lista de prioridades (buu!).  Pero, como escribí un par de posts atrás, dejé de exigirme poder hacer todo perfecto, y me enfoqué en lo que tenía que hacer estas semanas.

Espero poder dedicarle el tiempo que requiere de ahora en adelante, estaré intentando ponerme al día ahora que estaré libre, porque, me encanta y me hace falta.

En fin, quería tomarme el tiempo de desearles muy felices fiestas y todo lo mejor para este nuevo año 2016.  ¡Espero que sea un año lleno de luz y muchas cosas positivas!  Que cumplan todas sus metas o vayan en camino a cumplirlas.  Y si son mamás, que sus hijos logren cosas maravillosas, logren descansar y tengan un año lleno de sonrisas.

Mis mejores deseos,

Luisa

PD.  Las fotos son por la maravillosa Caro Berardi Photography, que no solo toma fotos espectaculares, sino también es súper linda persona.

IMG_0523